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domingo, 1 de mayo de 2016

La batalla por el sur

   Si un candidato quiere atraer al mundo andino, es indispensable que demuestre empatía por su cultura y su gente.



Ilustración: Giovanni Tazza
 
   A cinco semanas de la segunda vuelta, cerca de 20% de los electores aún no decide su voto o considera votar en blanco. De ellos, casi 40% está en el sur del país. Por eso, las siete regiones donde ganó el Frente Amplio en la primera vuelta se vuelven cruciales para dirimir si el próximo presidente será Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski.
   Sobre el comportamiento político del sur peruano se suele decir que vota siempre en contra de la capital. Algo de cierto hay: En 1990, cuando Mario Vargas Llosa ganó en Lima, Arequipa y pocos lugares más, Alberto Fujimori lo derrotó en la mayor parte del sur. Luego de la década de hegemonía fujimorista, se reanudó esta diferenciación. Mientras Lima se inclinaba por Lourdes Flores y luego por PPK y Keiko, el sur –con la excepción ocasional de Arequipa– votaba sucesivamente por Alejandro Toledo, Ollanta Humala y ahora Verónika Mendoza.
   Pero no siempre ha sido así. En 1980, Fernando Belaunde volvió al poder con 45% de los votos válidos a nivel nacional. Ganó en Lima con 47% pero la votación más alta la obtuvo en Cusco con 67%. ¿Qué tenía Belaunde que no demostraron tener Vargas Llosa o Lourdes Flores? Una capacidad para entender y comunicarse con la cultura andina. “Pueblos andinos, herederos de civilizaciones inmortales…”; “… admiramos respetuosos sus viejas raíces”; “¡Hermandad! Noble legado del antiguo Perú”, son algunas de las expresiones que vestían sus discursos y electrizaban a las plazas del sur.
   El sur peruano ha progresado muchísimo en las últimas décadas, como lo recordó recientemente Richard Webb en El Comercio, pero no votó por PPK o Keiko probablemente porque ninguno de ellos logró transmitir el respeto y el afecto telúrico que distinguían al arquitecto y que, en alguna medida, sí supo comunicar la cusqueña Verónika Mendoza. Si un candidato quiere atraer al mundo andino, es indispensable que demuestre empatía por su cultura y su gente.
   Un ejemplo opuesto al de Belaunde lo brindó involuntariamente Lourdes Flores en la campaña del 2001 cuando su padre tuvo el exabrupto de calificar a Alejandro Toledo como “el auquénido de Harvard”. La expresión aludía ofensivamente a las raíces andinas del líder de Perú Posible y se llevaba de encuentro a toda la población de similar origen, que era y sigue siendo la mayoría del país. A la semana siguiente, Flores cayó al tercer lugar y quedó fuera de la segunda vuelta electoral [...].
 
Alfredo Torres (Presidente ejecutivo de Ipsos Perú), El Comercio, 01 de mayo de 2016
 
 

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La batalla por el sur









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